sábado, 12 de febrero de 2011

LA PERSECUCION A LOS UNIFORMADOS ALCANZA A SUS CONYUGES PARA HUMILLARLOS AL MAXIMO

Un juez maricón
Por Raúl Hermosilla Hanne (Ralph)

Comenzaré aclarando que con el título de esta columna, así como tampoco con su contenido, no es mi ánimo ofender ni al juez a cuya actuación ministerial me voy a referir, ni a la judicatura. Por eso voy a relatar el caso sin mencionar los nombres de los magistrados. Yo escribo como hablo, y hablo como chileno. Y en Chile, cuando un hombre ataca a otro persiguiendo a su mujer, lo llamamos maricón, sin connotación sexual, y eso precisamente es lo que ha hecho el juez en el caso que paso a relatar. En aras de la brevedad y para no apartarme del tema de fondo de esta columna, no me referiré a las diferentes violaciones a la constitución y a las leyes, cometidas por un juez de Osorno en un proceso por la desaparición de Marcelino Cárdenas Villegas, ocurrida en 1973, en la que inculpa al anciano carabinero en situación de retiro y afectado de cáncer terminal a la próstata, Camilo Astete Cáceres, detenido poco antes que su mujer, en enero de este año 2005. Astete manifestó no tener participación alguna en la desaparición de Cárdenas y el juez, parece obvio que buscando presionar al marido, sometió a proceso sin ningún fundamento y encarceló a su mujer, Elsa Vilugrón Mella, también anciana y al cuidado de un hijo limitado. El sufrimiento que malévolamente se le infringió la descompensó, al extremo que los servicios carcelarios debieron trasladarla al hospital. En el expediente hay declaraciones mayoritarias en el sentido que dos carabineros fueron a buscar a su casa a Cárdenas, en una época en que no había luz eléctrica en esa morada, ubicada en el sector del Salto del Pilmaiquén, comuna de Río Bueno. Una minoría menciona la presencia de una mujer definida claramente por todos los que la indican como delgada, baja, morena, de pelo liso. Pero en 1973 doña Elsa, según consta en una fotografía que se agregó al expediente, pesaba 105 kilos, era y es de pelo ensortijado, y es de tez clara. Tanto es así, que en el careo a que se la sometió con Orlando Montiel Ruiz, él dice claramente que no es ella y lo afirma al anotar que el pelo de doña Elsa es ensortijado y el de la persona que él vio era liso, y aclara que era una persona morena, baja, delgada, pelo corto y liso, esto es, todo lo contrario de doña Elsa Vilugrón Mella, quien además es alta para el promedio. Otra declaración relevante es la de Alberto Cea Barrientos, el cual habría visto a los dos carabineros que se llevaron al desaparecido, y quien careado con doña Elsa no ubica tampoco a su marido como uno de los carabineros. Por su parte Yolanda Oyarzún Fernández, dice ''no vi pasar a esta señora''. Afortunadamente la Corte de Valdivia -ciudad en la que resido- conociendo de un recurso de amparo deducido en su favor bajo el rol 42-2005, y luego de recibir un inconsistente informe del juez, acogió el amparo por unanimidad, en resolución número 695, dando orden de inmediata libertad, comprendiendo sin duda que para aclarar situaciones de hace más de 30 años resulta inaceptable que se encarcele y se haga sufrir a las mujeres y a los hijos de los uniformados de 1973. En todo caso, no puedo silenciar que echo de menos en la resolución de la Corte la correspondiente sanción disciplinaria al juez. Por eso he llamado al juez del primer juzgado del crimen de Osorno un juez maricón, porque como lo dije al comienzo, yo escribo como hablo, y hablo en chileno, y en Chile al hombre que ataca a otro persiguiendo a su mujer lo llamamos maricón, aunque sea juez u otra autoridad. Y espero que las nuevas generaciones
no abandonen tan sana y varonil costumbre.

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